miércoles, 4 de febrero de 2009

Su sonrisa es mi oxigeno vital.-

Su sonrisa es mi oxigeno vital.-



Hubo un día en que perdí a los niños, las mujeres y su orden.
Solo pretendía perder luces, a su foco y al sonido.
Y estando solo volví a la fascinación de los niños.
Y de las mujeres, nada, o talvez regresan a veces sin que las llame.

Y en realidad, al final, todo el tiempo están.
Toda la noche, en el día y más.

Corre pero, come antes mono con miedo.
Pensando, va pasando y en verdad ¿Qué es lo que va pasando?
Toma el tiempo y corre, toma el tiempo y corre.

Y en realidad, al final, todo el tiempo están.
Toda la noche, en el día y más.

Y todo se trata de luchar por los niños y las mujeres.
Todo se tarta de luchar por los niños.
Por favor.
Asi es.
Los niños están, los niños no han regresado por que siempre han estado.
Además aunque hay veces en que no las quiera, las mujeres también están.
Estarán hasta tu final y en el final de todos.
Sonríe.
Ellos ahora están sonriendo para hacernos más felices que ayer.
Su sonrisa es nuestro oxigeno vital.
Sin ellas; las sonrisas, mi cause estaría perdido y desbocado de hace mucho.

El violín de la desesperanza llega tarde hoy a su faena.
Ahora es el piano el que me contenta con su subvenir desinhibido.
Más la gloria del músico solo existe al ser escuchado.
Mas la dicha de la música solo se percibe al ser oída.
Escuchen a las sonrisas melódicas.
Las cosas existen solo cuando se les crea, nombra, destruye, comenta o extingue.
Solo cuando nuestra intención les entrega luces, su foco y sonido.

Más ¿Qué es la nada si no se hay un todo?
Más ¿Qué es el volumen y el peso sin la variación?
Más ¿Qué sería de mi si no me hubieran alcanzado, fijado, tocado y bendecido?

Les seré fiel por que es mi voluntad y mi voluntad sin su cometido es infértil.
Yo no daría fruto alguno.
Yo no tendría momentos de dicha alguna.

Que mi canto y mi aliento se hagan suyos.
Mi esperanza es grande gracias a la fe ciega que me nutre en mí pasar y andar.
Otorgo mi todo a su prefectura, pradera de mi sueño y goce.

Me debo a la sonrisa del niño y a la mujer que le otorgó el nacer.

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