Mom is perfect.-

Mom is perfect.-



Recuerdo a mi cuarto siempre aseado por ella.
Allí yo tenía mi aparador estando muy iluminado siempre de neones furiosos que Mom trajo de la China para mí.
Habitaban allí toda clase de amigos míos.
Mi imperio de robots con tendencias sodomitas en secreto [Ellos creían que yo no lo sabía, siendo que no me dejaban dormir con tanto ruido de hojalatería y lucecitas en la noche], mi colección de cadillac’s deportivos con sus respectivas “Pin-up’s saca brillo”, también mis diamantes robados de la corona y mis demonios con tutú sobre cajitas musicales de rock.
En fin. También recuerdo que cuando Mom salía de casa, yo agarraba el teléfono y organizaba mis fiestas express.
Corría los sofás, y le subía el volumen al stereo.

Siempre convidaba a todos mis amigos, como a los alienígenas con sus locos disfraces y efectos especiales, zombis con su terror de los 50`s, azafatas de estilo chic y muchos chicos guapos. Infaltables eran algunos monjes tibetanos con teñidas de punk rock que conocí en un viaje que hice a Honolulú, Terminator en versión striper [Sus circuitos eran verdaderamente lo único sexy que él tenía], El maestro Splinter con las ropas de su ratataraguela jugando y saltando con el saurio Dember salido del closet. También venían Laura Engles con harapos de ramera e implantes de silicón, Marilin junto a mi querido Elvis, Los Beatles bebiendo su vino gasificado de la mano de una Yoko muy tripeada, algunas monjas con sus crucifijos y rosarios fluorescentes, la ballena Josefina con su novio Chubaca, Gargamel y Pitufina por millonésima vez embarazada de quintillizos, La doctora Queen y su guapo amante apache que siempre pedía que la loca de Janis Joplin cantara, el abuelo Patio Plum y su exhibicionismo traumático y uno que otro amigo colado. A veces apagamos el radio para bailar en vivo con el ritmo de Juan Luis Guerra y la magnificencia de The Cranberries.

En estas fiestas solíamos consumir malteadas regurgitadas, papitas fritas enverdecidas de moho con salsa de supuración de espinillas, gaseosas sin gas, croquetas de lagartos albinos fritos, tequila puritano, caviar intoxicado y muchos postres de banana split con crema de puré de ojos.

Siempre procurábamos reforzar nuestro suministro de condones tamaño Standard, estupefacientes naturistas y porno freak setentero.

Ya para cuando todo mundo habíamos vomitado y no pudiéramos ni mover el dedo meñique, extremidad o tentáculo, era un clásico que yo me pusiera el collar de perlas de Marilin y me subiera en las espaldas de Macaulay Culkin y Michel Jackson para gritar hasta reventar “Cógeme Mr. president”. Justo allí siempre llegaba momi con paquetes del súper y nos preparaba oncesita con waffles muy cerdos y chocolateada pimientosa caliente para todos. Podíamos quedarnos el resto de la tarde entera echados y tapados con mantitas en el sillón mientras veíamos los Power Rangers, Aralé Norimaki o alguna película de Cuantin Tarantín.
¡Super Trooper!


Gracias Mom.
Mis amigos te adoran y yo te amo.